En una época dominada por la tecnología, los juguetes tradicionales como trompos, yoyos, carritos de madera y baleros se mantienen como una opción apreciada para regalar, tanto por niños como por adultos que buscan revivir la nostalgia de la infancia.
Estos juguetes representan un vínculo con el pasado y las raíces culturales, ofreciendo una forma de juego más interactiva y social.
En Mérida, espacios como “La Ranita Feliz”, ubicada cerca del mercado Lucas de Gálvez, se convirtió en punto de encuentro para quienes buscan alternativas diferentes. Diana, empleada de esta juguetería, destacó que los juguetes tradicionales son muy solicitados durante las fechas decembrinas, tanto por locales como por turistas nacionales y extranjeros que admiran el trabajo artesanal detrás de cada pieza.
“En Navidad vendemos juguetes como trompos, yoyos, tablitas mágicas y baleros. A los extranjeros les llama la atención por su colorido, y los nacionales los siguen comprando para regalar”, explicó.
Los precios varían entre 30 y 100 pesos, lo que los convierte en una opción accesible para distintos presupuestos.
Además de ser objetos de entretenimiento, estos juguetes fomentan la interacción familiar, el aprendizaje de habilidades manuales y momentos compartidos, contrastando con la tendencia al aislamiento que puede generar la tecnología.
Diana comentó que estas fechas representan un buen momento para que estas creaciones no queden en el olvido, destacando que los juguetes tradicionales no solo son regalos, sino también un recordatorio de la cultura y la tradición.
