El acelerado crecimiento inmobiliario en Yucatán generó un impacto ambiental significativo, afectando a las aves locales y migratorias.
Según el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), el estado alberga 456 especies, el 43% de la avifauna nacional, y es un punto clave en las rutas migratorias de América del Norte. Sin embargo, el crecimiento urbano, especialmente entre Mérida y Progreso, aumentó las colisiones de aves con ventanales y edificios.
Gilberto González Kuk, del Programa de Aves Urbanas de Conabio, señaló que cada año más de 120 millones de aves mueren por colisiones a nivel mundial. En Mérida, se reportan hasta 50 colisiones en tres días.
Felipe Cazola Rentería, biólogo de la UADY, explicó que la arquitectura moderna, con materiales reflectantes y luces intensas, exacerba el problema, mientras que la contaminación lumínica altera los patrones de orientación de las aves migratorias.
En zonas rurales, el aumento de estructuras como cables y residencias también impacta los hábitats naturales. Ante esto, especialistas y ciudadanos proponen soluciones como el uso de vidrios con patrones visibles, reducción de iluminación nocturna y regulaciones para que constructoras consideren el impacto ambiental de sus proyectos.
Plataformas como Naturalista y mapas virtuales ya identifican puntos críticos de colisión en Mérida. Sin embargo, la falta de recursos e interés gubernamental limita la implementación de medidas.
Aunque estados como Ciudad de México y Quintana Roo tienen lineamientos ambientales, México carece de regulaciones específicas como las de Canadá, donde existen estándares de diseño amigables con las aves.
Los especialistas enfatizan que el desarrollo urbano en Yucatán no debe comprometer su riqueza natural.