En la ciudad de San Luis Potosí, México, Don Michel Ésper, amante de la buena compañía y las partidas de tenis, dio vida a un clásico refrescante.
Cansado de las bebidas habituales, un día decidió agregar más limón y salsa a su cerveza, creando así una mezcla única.
Esta fusión llevó su nombre, naciendo así la “Michelada”. Lo que comenzó como una experimentación en un club deportivo se convirtió en una tradición refrescante y sabrosa que ha perdurado a lo largo del tiempo.